Así que nos hemos subido en la furgoneta y rumbo al pueblo para tomarnos nuestro buen desayuno.
Tranquilidad que no sólo es comer, también hemos podido comprar libros y darnos una vuelta por el supermercado para coger la crema que se nos había gastado. ¡Eso sí, las fotos nos gusta hacerlas comiendo!
¡Qué bien nos sientan estos ratitos y cuánto los hemos echado de menos!